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El periplo de un manuscrito excepcional: La Historia antigua de México

El periplo de un manuscrito excepcional: La Historia antigua de México

Arturo Reynoso sj*

En el prólogo de la primera edición de los cuatro volúmenes de la Storia antica del Messico publicados en Cesena (1780-1781), Francisco Xavier Clavigeroi declara que el fin principal de su obra es que sea de utilidad a sus compatriotas, por lo que primero la redactó en español, pero que “inducido después por algunos literatos italianos” que deseaban leerla en su lengua, asumió la “agotadora tarea de traducirla al toscano”.ii


Portada del volumen I de la Storia antica del Messico (1780).

Sin embargo, hasta ahora no hay rastro del manuscrito de esa traducción al italiano. Tampoco se ha localizado un manuscrito en castellano de los dos primeros volúmenes de la obra; este documento lo envió Clavigero a Madrid, a solicitud que un miembro de la Corte le hizo en 1783, con la intención de publicar la edición española de su historia. Esta iniciativa no tuvo éxito, en gran medida, por una intriga desencadenada por Ramón Diosdado Caballero, un mallorquín que también había pertenecido a la Compañía de Jesús. A juicio de Diosdado, el texto de Clavigero ofendía a España y denigraba sus conquistas en América. Mientras tanto, en Bolonia Clavigero preparaba otro manuscrito de los volúmenes tercero y cuarto de su obra para enviarlo a España, pero al tener conocimiento de las maquinaciones contra el documento que había remitido anteriormente, no lo envió. Este material tampoco ha sido localizado.iii

Así, hasta donde se tiene noticia, el único y más completo manuscrito autógrafo en español que se conserva de la Historia antigua de México, documento que incluye los tres primeros volúmenes de la Storia, lo resguarda la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús. Esos tres volúmenes comprenden diez libros, los cuales constituyen el cuerpo principal de la obra. En el libro I la historia comienza con una descripción de la naturaleza de México y del carácter de los mexicanos; el libro X concluye con la narración de la ruina del reino mexica.


Ilustraciones de flora y fauna mexicanas. Storia antica del Messico, vol. I.

Las otras partes que contiene la obra publicada –la dedicatoria a la Real y Pontificia Universidad de México, el prefacio del autor, la noticia de algunos escritores del pasado mexicano, el esquema con las descendencias de Moctezuma y de Cortés, y las nueve disertaciones publicadas en el cuarto volumen de la Storia– no están en el manuscrito. En cuanto a las nueve disertaciones mencionadas, la DeGolyer Library, en Dallas, conserva el documento autógrafo en español de las primeras ocho. Anteriormente, este texto se encontraba en la Biblioteca Municipal de Bolonia.

Valga mencionar que el manuscrito original autógrafo de los diez primeros libros contiene además una serie de notas y correcciones escritas en pequeños recortes de papel que fueron adheridos a los folios por el propio Clavigero, y algunos los añadió incluso después de la publicación de la Storia antica del Messico.iv Lo anterior se constata porque en dos de esas notas, el jesuita veracruzano responde a unas críticas que le hacen a su obra y que se publicaron en 1782 en el Giornale Enciclopedico di letteratura Italiana e Oltramontana, un periódico de Florencia. Estas dos notas, insertadas en la sección del libro V del manuscrito,v no se incluyeron en ninguna de las ediciones posteriores de la obra, pues la que se publicó en inglés (The History of Mexico, Londres, 1787) y la primera publicada en español (Historia antigua de Mégico [sic], 2 vols., trad. por José Joaquín de Mora, Londres, 1826) se tradujeron a partir de la edición italiana; por su parte, la edición publicada en alemán (Geschichte von Mexico, 2 vols., Leipzig, 1789-1790) se tradujo de la versión inglesa. No fue sino hasta 1945, en la Historia antigua de México publicada por Porrúa, que por fin aparecen esas notas gracias a que la mencionada editorial contó para su edición con el manuscrito autógrafo en español, el cual fue proporcionando por el padre Mariano Cuevas. La edición de Porrúa comenzó también con cuatro volúmenes;vi posteriormente, la editorial ha hecho las reediciones de esta obra en un formato más sencillo y en un solo tomo.

Respecto a cómo llegó este manuscrito a México, según lo que el mismo Cuevas escribe en el prólogo de la edición de Porrúa, al fallecer Clavigero en Bolonia en 1787, el manuscrito pasó a manos de su hermano Ignacio, que igualmente había sido jesuita expulso y también vivía en el exilio boloñés. Cuevas indica que Ignacio Clavigero conservó el texto hasta el día de su muerte, la cual ocurrió después de que la Compañía de Jesús fuera restablecida en la Iglesia universal por el papa Pío VII, el 7 de agosto de 1814, es decir, 41 años después de que Clemente XIV la suprimiera en 1773. Cuevas también señala que el manuscrito fue traído de Italia a México por los “primeros padres” jesuitas que regresaron para restablecer la Compañía de Jesús en la todavía Nueva España.vii De ser así, el manuscrito habría llegado a tierras mexicanas en 1809 o, a más tardar, en 1817, ya que en esos años regresaron de Europa aquellos “primeros padres” que tuvieron el encargo de restablecer la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.viii “Años más tarde”, continúa Cuevas, “manos desconocidas” sustrajeron el manuscrito de las oficinas de la Provincia y posteriormente apareció en Estados Unidos, en donde se puso a la venta. Fue el padre Carlos María de Heredia quien logró reunir “la crecida suma” requerida para adquirirlo. Finalmente, el manuscrito se reintegró a la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y en 1927 se encomendó el cuidado del documento a Cuevas.ix

Manuscrito de la Historia antigua de México, f. 1.

No obstante esta información proporcionada por el padre Cuevas, la Provincia Mexicana conserva una “Pro-memoria” atribuida al padre Andrés Artola, jesuita vasco, que ofrece otra versión sobre la llegada a México en el siglo XIX del manuscrito autógrafo de Clavigero. En octubre de 1865, Artola –que en ese tiempo ejercía su misión apostólica en Roma– fue nombrado visitadorx de los jesuitas en México por el superior general de la Compañía de Jesús, Peter Jan Beckx, y llegó a tierras mexicanas en enero de 1866.xi En la pro-memoria mencionada, Artola indica que de Roma había traído “con expresa licencia de los Superiores el original mss. [manuscrito] de la Historia Antigua de México, por Clavigero, [obra que] fue recibida con grande aprecio por los literatos, que trataron de hacer una edición de todo lujo con muchas láminas”, pero que quizás “por la caída del Imperio [de Maximiliano], o por la inconstancia de las cosas humanas, no llegó a efectuarse la prometida impresión”.xii Artola además menciona varias obras impresas que también había traído a México desde Europa, como la Biblioteca Marítima Española de Martín Fernández de Navarrete y la Historia Eclesiástica de España de Vicente de la Fuente.xiii

Extracto de la Pro-memoria escrita por Andrés Artola, S. J.

La información de la Pro-memoria de Artola echa por tierra la versión de Cuevas de que el manuscrito de Clavigero hubiese llegado a México con los “primeros padres” encargados de restablecer la Provincia Mexicana de los jesuitas, pues tanto José María Castañiza como Pedro Cantón, quienes asumieron esta misión, arribaron a la Nueva España en 1809, cinco años antes de que el papa Pío VII restableciera la Compañía de Jesús, por lo que en ese momento no podían tener encomendada la labor de restaurar la Provincia. Por otra parte, hasta ahora no hay documento que mencione que ellos, o los otros dos jesuitas que llegaron de Europa en 1817 –José Antonio Amaya y Pedro José Márquez–, hayan traído a México el manuscrito autógrafo de la Historia antigua de México. Desafortunadamente, el padre Cuevas no hace mención de sus fuentes bibliográficas.

En cuanto a la desaparición del documento y el haberlo localizado en Estados Unidos, el padre Manuel Ignacio Pérez Alonso refuerza el dato de Cuevas en el prólogo que preparó para la excelente edición facsimilar del manuscrito que se publicó en 1997 a iniciativa de la Sociedad Mexicana de Bibliófilos. En el prólogo, Pérez Alonso señala que cuando los jesuitas se dispersaron en 1914, en plena lucha revolucionaria, la obra “fue sustraída y vendida en Nueva York, donde casualmente la encontró el padre Carlos María de Heredia, quien la adquirió en una librería de libros antiguos”. A partir de entonces, el manuscrito regresó a resguardo de la Provincia Mexicana.xiv Pérez Alonso también describe las características generales del documento: “Este códice cuenta con 440 folios en total. La numeración va del uno al 52 y continúa, no con el folio 53, sino con el 41, el que se repite por error. Desde éste hasta el 428 la numeración es seguida”.xv

La Historia antigua de México de Clavigero presentó por vez primera un estudio completo, conciso y sistematizado de la historia prehispánica centrada en el devenir del pueblo mexica. El manuscrito autógrafo de esta obra es un documento esencial en el proceso de la construcción de la conciencia nacional de México; esta obra historiográfica, en sus ya bastantes ediciones sucesivas, ha contribuido a consolidar por más de dos siglos la cimentación de la memoria patriótica de una sociedad formada por grupos y rostros diversos que integran la actual nación mexicana. Esa integración, tan necesaria en el pasado como en la actualidad, fue uno de los grandes deseos de Clavigero para su patria.

Storia antica del Messico. Grabado que ilustra el primer libro en el volumen I.

* Jesuita, doctor en Teología con especialidad en Historia del Cristianismo. Durante los últimos años ha realizado investigaciones sobre la historia de la Compañía de Jesús y la historia de los jesuitas en México; experto en el periodo virreinal y en la obra de Francisco Xavier Clavigero.

i El jesuita veracruzano siempre escribió su apellido con g (Clavigero) y su segundo nombre de pila con x (Xavier). En las referencias bibliográficas mencionadas, se conservará la grafía que cada edición haya empleado.

ii “Essendomi io presissa la utilità de’ miei nazionali, come fine principale di questa Storia, la scrissi da principio in ispagnulo: indotto poi da alcuni Letterati Italiani, che mostravansi oltremodo bramosi di leggerla nella lor propia lingua, mi addossai il nuevo e faticoso impegno di traslatarla in toscano”; Clavigero, Francesco Saverio, Storia antica del Messico, vol. I, per Gregorio Biasini all’Insegna di Pallade, Cesena, 1780, p. 2. La traducción es nuestra.

iii Ronan, Charles E., Francisco Javier Clavigero, S. J. (1731-1787). Figura de la ilustración mexicana; su vida y obras, Universidad de Guadalajara – ITESO, Guadalajara, 1993, p. 219-221, 233, 240.

iv El Fondo Antiguo de la Biblioteca Eusebio F. Kino cuenta con dos juegos de los cuatro volúmenes de la primera edición de la Storia antica del Messico.

v Clavigero, Francisco Xavier, Manuscrito autógrafo de la Historia antigua de México, libro V, ff. 131 y 131v.

vi Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de México, 4 vols., Porrúa, México, 1945. En esta edición, las notas aludidas están en el volumen II, p. 41, nn. 10 y 11.

vii Cuevas, Mariano, “Prólogo”, en Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de México, Porrúa, 1982, p. ix.

viii En 1799 pudieron regresar a México el hermano coadjutor Manuel Miranda y los padres Juan Luis Maneiro, Lorenzo Cavo, Antonio Franyuti y José Gregorio Cosío (Decorme, Gerard, Historia de la Compañía de Jesús en la República mexicana durante el siglo XIX. Restauración y vida de secularización, 1816-1848, vol. I, El Regional, Guadalajara, 1914, pp. 49-50), pero para 1816, año del primer y efímero restablecimiento oficial de los jesuitas en México, todos ellos ya habían fallecido. Fue en 1809 cuando regresaron a México los padres Pedro Cantón, José María Castañiza, Antonio Barroso y Miguel Jerónimo González (ibid., p. 69). Tocó principalmente a Castañiza y a Cantón el encargo de restablecer la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús. Posteriormente, en 1817, también regresaron de Europa los padres Ignacio Amaya y Pedro José Márquez (ibid., p. 124).

ix Cuevas, Mariano, op. cit., p. ix.

x El cargo de “visitador” es un oficio extraordinario, creado con mayor o menor frecuencia por los Generales para remediar situaciones difíciles en algunas regiones o provincias. Los poderes y la misión del visitador se definen según las circunstancias.

xi Decorme, Gerard, Historia de la Compañía de Jesús en la República mexicana durante el siglo XIX. Restauración y vida de secularización, 1848-1880, vol. II, J. M. Yguiniz, Guadalajara, 1921, pp. 190-191; Cacho, Xavier, “Andrés Artola”, en O’Neill, Charles, Domínguez, Joaquín María, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. I, Institutum Historicum Societatis Iesu – Universidad Pontificia de Comillas, Madríd, 2001, p. 255.

xii Artola, Andrés, Pro-memoria, documento manuscrito sin clasificar del fondo Manuel Ignacio Pérez Alonso, Archivo Histórico de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, f. 1.

xiii Ibid., f. 2. El subrayado es del documento original.

xiv Pérez Alonso, Manuel Ignacio, “Prólogo”, en Clavigero, Francisco Xavier, Historia Antigua de México, edición facsímile, Sociedad Mexicana de Bibliófilos, México, 1997, s/p. Esta edición, muy cuidada y de gran calidad, es difícil de conseguir o consultar dado el poco número de ejemplares del tiraje.

xv Id.

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